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Pierre Monteagudo, Secretos de Estado, Valladolid, 2021.

Como tantas veces la casualidad, o el destino según para quién, nos lleva por caminos ajenos a nuestro que hacer cotidiano. Así, me encontré inopinadamente con el libro de Pierre Monteagudo entre mis manos. Nada había leído de este autor, si bien pronto supe que no era su primera publicación y que un personaje se había convertido en su objeto de interés: el astrofísico venezolano Héctor R. Rojas (1928-1991). Esto me recordó que había oído hablar del científico durante los años en los que fui profesor de un máster en la Universidad de Monterrey (México), donde el Dr. Rojas fue investigador al comienzo de la década de 1960.

Mi curiosidad aumentó cuando supe que Pierre Monteagudo había publicado Expediente Rojas (2016), complementado con una nueva entrega: La Tecnología del Cosmos (2019). Sin duda el autor es un gran conocedor del astrofísico del que se ha convertido en biógrafo, pero es mucho más que eso. En Secretos de Estado profundiza en los descubrimientos científicos de Héctor Rojas, mas no se limita a describirlos, sino que, y esto es quizás la mayor aportación del libro, destaca las consecuencias positivas que deberían haber tenido para la humanidad.

El astrofísico quiso que sus investigaciones aportaran al bienestar de los hombres, pero los resultados fueron secuestrados por los dirigentes políticos y militares para aumentar su poder sobre otras potencias. Monteagudo no deja de resaltar este aspecto, que le parece el mayor logro de su biografiado, y si lo hace es porque él mismo participa de un sentimiento humanista que entiende que los avances científicos deben redundar en beneficio de los seres humanos.

Reconozco mis limitaciones con el lenguaje científico, y el autor es consciente de que muchos de los que nos acerquemos a su libro carecemos de los conocimientos suficientes para entender un lenguaje abstruso para el no iniciado. Esto no debe prevenirnos sobre la lectura, pues su entendimiento se solventa perfectamente con precisas notas aclaratorias al pie de página.

Siguiendo los principios ciceronianos de la retórica clásica, el orador –en este caso escritor– debe tener tres objetivos: docere, delectare, movere. Pierre Monteagudo los ha conseguido: nos enseña aspectos que parecen patrimonio de unos pocos, nos deleita con una prosa amena y cuidada y nos mueve emocionalmente hacia la figura de Héctor Rojas, un científico caído en la peor de las desgracias: el olvido. Pierre Monteagudo ha sacado a la luz a un personaje a los que se debe conocer, por su sabiduría científica y por su convicción humanística.

        Profesor Miguel Ángel Zalama. Catedrático de Historia del Arte. Universidad de Valladolid.

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